Una multitud se reunió por una antigua tradición en pleno corazón del barrio de
Liniers
José León Suárez al 100 fue el epicentro donde decenas de personas se
acercaron en busca del famoso ritual (Foto: Prenoticia)
Desde temprano, las veredas de Liniers se llenaron de gente. José León Suárez al 100 fue el epicentro donde decenas de personas se acercaron en busca de un ritual que promete prosperidad, salud y buena fortuna para el resto del año.
Lo que comenzó como una simple compra de caña con ruda, terminó en una verdadera ceremonia popular. Muchos no solo buscaban la bebida, sino que también se animaron a participar de rituales guiados por personas que ofrecían sus servicios espirituales.
Hubo quienes llegaron desde otras localidades, e incluso desde el conurbano, especialmente para participar. Algunos contaron que ya es parte de su tradición familiar, mientras que otros se acercaron por curiosidad o recomendación.
Una multitud llenó las veredas de Liniers para conseguir caña con ruda y
realizar rituales por el Día de la Pachamama
Lo más llamativo fue que algunos rituales llegaron a cobrarse hasta 100 dólares. Según comentaron quienes ofrecían estas ceremonias, ese monto incluía una limpieza espiritual completa, ofrendas y pedidos a la Pachamama.
El primero de agosto es una fecha especial para quienes siguen las tradiciones andinas. Ese día se le ofrece caña con ruda a la tierra, como símbolo de agradecimiento y protección. Se cree que ayuda a espantar los males y atraer la prosperidad.
Lo que comenzó como una simple compra de caña con ruda, terminó en una verdadera
ceremonia popular (Foto: Prenoticia)
En el lugar no faltaron los sahumerios, hojas de coca, velas, cánticos y hasta bailes. Todo eso formó parte del ambiente cargado de mística que se vivió durante varias horas. Algunos cerraban los ojos y se entregaban por completo a la experiencia.
Los vendedores de caña con ruda no daban abasto. Algunos vendían botellas ya preparadas, mientras que otros ofrecían los elementos por separado. Los que se animaron a pagar por los rituales dijeron que no les importaba el costo.
Varios rituales se hicieron en plena calle, con gente formando rondas o colas para esperar su turno. En algunos casos, las personas que oficiaban los rituales vestían trajes típicos y hablaban en lenguas originarias.
Una multitud llenó las veredas de Liniers para conseguir caña con ruda y realizar rituales por el Día de la Pachamama (Foto: Prenoticia)
El barrio se convirtió en un santuario urbano por un día. Con humo en el aire, rezos colectivos y una mezcla de emoción, fe y folclore. El primero de agosto se vivió con fuerza en Liniers.

Desde temprano, las veredas de Liniers se llenaron de gente. José León Suárez al 100 fue el epicentro donde decenas de personas se acercaron en busca de un ritual que promete prosperidad, salud y buena fortuna para el resto del año.
Lo que comenzó como una simple compra de caña con ruda, terminó en una verdadera ceremonia popular. Muchos no solo buscaban la bebida, sino que también se animaron a participar de rituales guiados por personas que ofrecían sus servicios espirituales.
Hubo quienes llegaron desde otras localidades, e incluso desde el conurbano, especialmente para participar. Algunos contaron que ya es parte de su tradición familiar, mientras que otros se acercaron por curiosidad o recomendación.

Lo más llamativo fue que algunos rituales llegaron a cobrarse hasta 100 dólares. Según comentaron quienes ofrecían estas ceremonias, ese monto incluía una limpieza espiritual completa, ofrendas y pedidos a la Pachamama.
El primero de agosto es una fecha especial para quienes siguen las tradiciones andinas. Ese día se le ofrece caña con ruda a la tierra, como símbolo de agradecimiento y protección. Se cree que ayuda a espantar los males y atraer la prosperidad.

En el lugar no faltaron los sahumerios, hojas de coca, velas, cánticos y hasta bailes. Todo eso formó parte del ambiente cargado de mística que se vivió durante varias horas. Algunos cerraban los ojos y se entregaban por completo a la experiencia.
Los vendedores de caña con ruda no daban abasto. Algunos vendían botellas ya preparadas, mientras que otros ofrecían los elementos por separado. Los que se animaron a pagar por los rituales dijeron que no les importaba el costo.
Varios rituales se hicieron en plena calle, con gente formando rondas o colas para esperar su turno. En algunos casos, las personas que oficiaban los rituales vestían trajes típicos y hablaban en lenguas originarias.

El barrio se convirtió en un santuario urbano por un día. Con humo en el aire, rezos colectivos y una mezcla de emoción, fe y folclore. El primero de agosto se vivió con fuerza en Liniers.
Temas de la nota