¿Fueron aguas del mar o de rio las que abrió Moisés, según la Biblia?

En momento en que Moisés separa las aguas sigue generando preguntas. Algunos aseguran que fue el Mar Rojo, otros dudan y creen que fue algo más chico. ¿Qué dicen hoy las investigaciones?
Un relato sagrado que se mantiene vivo, pero con varias dudas sobre qué cuerpo de agua fue realmente

Moisés separando las aguas es una de las escenas más recordadas de la Biblia. Pero no todos coinciden en qué tipo de aguas fueron. A pesar de lo que muchos creen, el famoso cruce del pueblo hebreo podría no haber sido en el Mar Rojo. La duda sigue intacta hasta nuestros tiempos.

En el libro del Éxodo, se cuenta que el pueblo israelita escapó de Egipto guiado por Moisés. En ese trayecto, se enfrentaron a una gran masa de agua que solo se pudo cruzar cuando Moisés extendió su bastón y se abrieron las aguas. Así pudieron pasar mientras el ejército egipcio los perseguía.

Ese hecho se interpretó durante siglos como el cruce del Mar Rojo. Pero algunas traducciones más recientes del texto original en hebreo apuntan a otra cosa. En vez de decir “Mar Rojo”, la Biblia hebrea habla de “Yam Suf”, que algunos especialistas entienden como “mar de juncos”. Esa diferencia puede cambiar todo.

Un mar de juncos es algo diferente. De hecho, podría referirse a una laguna, un pantano o incluso un brazo del río Nilo. En esos lugares, ciertos fenómenos naturales como el viento o las mareas pueden causar que las aguas se separen por momentos, dejando zonas secas por donde caminar.

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Algunos arqueólogos que investigaron la zona no encontraron restos claros del cruce. Tampoco dieron con evidencia firme de un paso masivo por una zona profunda del Mar Rojo. Para varios científicos, la historia pudo haber sido inspirada en sucesos reales pero exagerados con el paso del tiempo.

Hay quienes creen que el relato nació a partir de distintas leyendas orales que se fueron transmitiendo y, con los siglos, terminaron siendo parte de un símbolo más grande: la liberación de un pueblo oprimido.

Desde la mirada religiosa, lo importante no es el lugar exacto ni cómo se produjo la separación del agua. Lo que realmente pesa es la idea de que Moisés logró guiar a su gente hacia un destino distinto, lejos del sufrimiento.

En películas y series, la escena del mar abierto es impresionante. Pero la Biblia no da detalles técnicos sobre la profundidad del agua, ni sobre si realmente se trataba del mar. Todo se basa en interpretaciones, muchas veces cruzadas por la fe y otras por la ciencia.

Para quienes creen, lo que importa es el mensaje. El cruce representa un momento de esperanza, de cambio y de fe. No necesitan pruebas ni mapas para sostener lo que creen. Pero la pregunta sigue abierta para quienes buscan una respuesta más concreta.

Otros sostienen que incluso podría haber habido una confusión en la traducción. El hebreo antiguo no tiene una palabra específica para mar en el sentido en que lo usamos hoy. Entonces, “Yam Suf” podría haberse entendido de maneras distintas según la época y el traductor.

También existen teorías sobre maremotos, corrientes fuertes o vientos extremos que en ciertas condiciones pueden dejar caminos temporales entre el agua. Esos fenómenos, aunque poco comunes, sí ocurrieron en la historia.

Al final, si fue mar o río, no cambia que se trata de una imagen poderosa. Una historia que sobrevivió miles de años, que se estudia en escuelas, se analiza en universidades y se representa en el cine. El cruce de Moisés sigue presente, en la cultura, en la religión y en las dudas que nunca terminan.

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