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La Gran Mancha Roja de Júpiter se achica y cambia de forma después de siglos

La tormenta más grande del Sistema Solar lleva al menos 300 años activa, pero ahora muestra contracción y transformación en su aspecto.
La Gran Mancha Roja es una tormenta persistente en Júpiter, más grande que la Tierra, que ahora muestra señales de achicarse y modificar su forma (Foto: NASA)

La Gran Mancha Roja, la gran tormenta visible en Júpiter desde hace siglos, está reduciéndose y mostrando cambios en su contorno que llaman la atención de los astrónomos.
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Se trata de una estructura atmosférica que lleva al menos 300 años activa y que llegó a medir más que la Tierra. Sus vientos superan los 400 km/h, y por eso se la considera una de las regiones más violentas del Sistema Solar.

En las últimas décadas los observadores notaron que la mancha fue perdiendo tamaño. Ahora, además de achicarse, cambia la forma de su borde y la distribución de nubes dentro del ojo de la tormenta.

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Los equipos que siguen a Júpiter usan telescopios en Tierra y sondas espaciales para ver esos cambios. Las imágenes muestran que la Mancha no mantiene la misma silueta y que zonas oscuras y claras se reorganizan en su interior.

La famosa mancha de Júpiter, activa hace más de 300 años, muestra señales de achicarse (Foto: NASA)

Aunque la Mancha se describa a veces como un "huracán eterno", en Júpiter no hay superficie que detenga vientos, por eso su dinámica depende de la atmósfera profunda y de corrientes zonales que la rodean. Esas corrientes parecen variar y eso afecta el tamaño y la forma de la tormenta.

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El futuro de la Gran Mancha Roja es incierto: puede seguir reduciéndose o estabilizarse en una nueva configuración. Los cambios observados en las últimas décadas indican que su apariencia actual no es la misma que la que registraron los primeros astrónomos hace siglos.

La Gran Mancha Roja, la enorme tormenta en Júpiter, pierde tamaño y altera su silueta. Observatorios y sondas documentan los cambios. (Foto: NASA)

Además del interés científico, la evolución de la Mancha ayuda a entender procesos generales de atmósferas gigantes, como la interacción entre vientos, calor interno y movimientos de nubes. Eso aporta pistas sobre otros planetas gigantes dentro y fuera del Sistema Solar.

Los especialistas mantienen la vigilancia constante: la combinación de observaciones desde Tierra y datos de misiones permite seguir la evolución con detalle y cuantificar cuánto cambian el tamaño y la velocidad de los vientos.

En resumen, la Gran Mancha Roja sigue siendo un laboratorio natural para estudiar tormentas gigantes; su reducción y las variaciones en su estructura plantean preguntas sobre cuánto tiempo puede persistir una característica así en la atmósfera de Júpiter.

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