La verdadera historia de la imprenta de La Gaceta que nadie conoce

Una carreta, una casa de huérfanos y una idea revolucionaria: los orígenes olvidados del primer diario patrio
Mariano Moreno buscaba algo más que difundir noticias: quería controlar al poder con la palabra escrita.

Resulta en realidad que nadie trajo una imprenta para fundar el gran diario de Mariano Moreno, La Gaceta de Buenos Aires. Ya estaba en el país hacía años. Había sido encontrada abandonada en Córdoba por el virrey Juan José Vértiz. No servía, estaba desmontada y guardada en un sótano del Colegio Monserrat.

Esa máquina no era nueva. La habían dejado los jesuitas al ser expulsados. Vértiz la mandó a Buenos Aires en 1780.
El viaje fue largo. Se cargaron trece cajones en la carreta de Félix Juárez, que unió Córdoba y la capital. Dentro había piezas sueltas, letras móviles y un paquete sin abrir.

Mariano Moreno quería controlar al poder con la palabra escrita en dicho momento histórico de la Argentina.

Una vez en la ciudad, no la instalaron en una oficina del gobierno. Funcionó en la Casa de Niños Expósitos, sobre la calle San José. El virrey quiso que la plata que ganara la imprenta sirviera para cuidar a los chicos huérfanos.

Años después, esa misma imprenta se usó para algo muy distinto. Mariano Moreno la eligió para lanzar el primer periódico patrio. Pero La Gaceta no buscaba contar lo que hacía el poder. Moreno quería justo lo contrario. Su objetivo era que los funcionarios dieran explicaciones. Que rindan cuentas de sus decisiones.

No era un diario para hacer propaganda. Era una forma de controlar a quienes mandaban. Moreno tenía muy clara su idea. Para él, la gente debía pensar lo que quiera y decir lo que siente. Esa frase no era poesía. Era una postura firme en defensa de la libertad.

Hoy, expresarse libremente es algo de todos los días. Pero en ese tiempo era casi un acto de rebeldía.

La historia de La Gaceta de Buenos Aires aún resuena cuando se discute el rol de la prensa

Cada 7 de junio se recuerda en Argentina el nacimiento de La Gaceta de Buenos Aires, un diario que buscaba informar de forma directa y clara.

Mariano Moreno fue uno de los primeros en pensar que el gobierno debía explicar sus decisiones. Y que el pueblo tenía derecho a saber. En ese momento, casi nadie sabía leer. Los diarios se escuchaban, no se leían. Se compartían en las plazas. La palabra circulaba.

Hoy los medios se mueven en las redes, se actualizan al instante. Pero el objetivo sigue siendo el mismo: decir la verdad. Las noticias ahora llegan a todos. Pero la responsabilidad de contar bien las cosas no cambió desde aquellos tiempos.

Lo que se ve hoy con las fake news o los medios concentrados, ya se vivía de otra forma en 1810. El problema era quién informa y para qué. Cuando un medio muestra cómo se usa la plata del Estado, hay una idea que se repite desde entonces: el pueblo tiene que saber.

En los últimos años, la prensa se enfrentó a nuevos desafíos. Pero la búsqueda de transparencia no se abandonó. Muchos periodistas todavía creen que informar puede ayudar a cambiar las cosas. Esa creencia fue lo que dio origen a La Gaceta.

La intención de Moreno no era solo contar decisiones. Quería formar ciudadanos que supieran lo que estaba pasando. En medio de una crisis económica, cierre de medios y sueldos bajos, la prensa intenta sostener ese compromiso original.

El Día del Periodista nos sirve a todos para pensar qué tipo de medios de comunicación queremos. Y hasta dónde se mantiene vivo aquel ideal de Mariano Moreno.

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