Pobreza, aumentos y preocupación: Cada vez hay más argentinos que pierden todo y terminan en la calle

A un año de la asunción de María Eugenia Vidal como gobernadora de la provincia de Buenos Aires pero aún se ha remediado o disminuido el número de gente que aún sigue en situación de calle.


LOS SIN TECHO. CRECE EL NÚMERO DE ARGENTINOS QUE VIVEN EN LA CALLE. FOTO: MAURICIO ACOSTA.
A un año de la asunción de María Eugenia Vidal y sigue el fantasma del pasado del los sin techo. Los cientos de argentinos que esperan una ayuda, una mano de parte de todos. De parte del Gobierno con la fe de poder algún día levantarse del desastre al que lo ha llevado la ineficiente economía argentina a través de los años. Pero el peligro en la demora está preocupando más y más. Despidos masivos por falta de ventas y producción cada vez más cara, ventas y competencia desleal hace que se vuelva insostenible el sistema económico al que Macri muchas veces incentiva a invertir "a futuro".

Sin dudas la inflación está cada vez más sostenible, pero eso no beneficia el precio libre de los productos y mucho menos si se abre la importación y se compite con los mercados de afuera, dejando a los productos argentinos casi como una mera sombra al lado de grandes y publicitados productos del exterior y de las cuales, por lógica, el Gobierno pretenderá que así se manipule el precio del sistema producto de la competencia, acabando con la producción nacional a pasos agigantados.

Pero el panorama es peor, es preocupante. La impotencia general a los dolores, los dolores internos y la persecución psicológica de no querer terminar en la calle. Por falta de empleo y falta de atención por parte de quienes votamos y delegamos el derecho de cuidarnos.

Cada vez son más. Familias enteras en muchos casos. En capital se encuentran al rededor de 2 personas en situación de calle por cuadra y ya preocupa. Se han instalado hasta dentro de los bancos, en las salas donde se retira la plata de los cajeros, allí con sus mantas y ropa improvisada en muchos cosos duermen y observan a la vista de todo el mundo, esperando quizás un milagro a alguien que le extienda una mano.
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